Cuando Alvar Aalto (1898-1976) proyectó conjuntos de edificios demostró la máxima sensibilidad por el espacio abierto, con la voluntad de que el fondo se convirtiera en figura. En sus obras, el espacio abierto articula las diversas partes del conjunto, fusionando objeto y contexto. Este nuevo entorno, con sus ejes, recorridos y visuales, aporta un sistema compositivo implícito y pintoresco y permite conformar unos edificios con autonomia propia de forma y orientación que se pueden realizar en tiempos distintos, pero que terminan articulando un paisaje armónico compuesto por diversos organismos, hecho de vacío y de masa, donde cada edificio con su volumen, perfil y escalonamientos, complementa al otro, dentro del marco de un paisaje ideal, un paisaje mental de síntesis que Aalto iba elaborando y a partir del cual siempre proyectaba.
Este tipo de organización, que Aalto adoptó tanto en las pequeñas obras domésticas como en los grandes conjuntos, está configurado desde una sensibilidad totalmente moderna que a la vez, tiene sus raíces en la misma tradición de la arquitectura popular y en las características del paisaje finlandés.
Tradicionalmente la arquitectura rural aislada se configuró construyendo piezas autónomas según distintas funciones que se articulaban en hileras y alrededor de patios semiabiertos escalonándose en la topografía y atendiendo a la vegetación existente. En la arquitectura agraria, además del volumen de la residencia, existen anexos para artesanos y familiares, volúmenes que albergan almacenes y maquinarias, contenedores para productos y objetos que no necesitan el alto coste de la calefacción. También la arquitectura urbana finlandesa se ha organizado históricamente en manzanas semiabiertas con edificios aislados, de formas y lógicas distintas, que siguen las alineaciones de las calles y que van formando un sistema complejo de patios con anexos y almacenes en el interior.
Es por este motivo por el que las formas aditivas y sensuales, con cascadas de cubiertas, diversas y articuladas en torno a patios semicerrados de las obras de Aalto, ya se encuentran en la arquitectura finlandesa. Aalto proyectaba desde una posición empírica y realista, con las pautas que le aportaba su propio contexto: un paisaje llano delimitado por las distancias de agua que definen los lagos y por los limites opacos que configuran las masas arbóreas. Sobre este paisaje real, Aalto creaba escalonamientos, colinas y geologías.
Es por este motivo por el que las formas aditivas y sensuales, con cascadas de cubiertas, diversas y articuladas en torno a patios semicerrados de las obras de Aalto, ya se encuentran en la arquitectura finlandesa. Aalto proyectaba desde una posición empírica y realista, con las pautas que le aportaba su propio contexto: un paisaje llano delimitado por las distancias de agua que definen los lagos y por los limites opacos que configuran las masas arbóreas. Sobre este paisaje real, Aalto creaba escalonamientos, colinas y geologías.
CENTRO ADMINISTRATIVO Y CULTURAL, seinäjoki
El centro administrativo y cultural de Seinäjoki se fue articulando a partir de proyectos hechos en distintos periodos. El primer concurso, el de la iglesia, fue convocado en 1951 y el segundo, el del centro cívico y administrativo en 1959. En cada proyecto estaba previsto este mecanismo de adición de distintas unidades: la iglesia-catedral, con la torre del campanario aislada que se levanta como contra punto vertical al paisaje horizontal, rememorando la ciudad medieval (proyectada en 1951 y construida entre 1958 y 1960), el Ayuntamiento (1960-1969), la biblioteca (1963-1965), el teatro (proyecto de 1968-1969 finalizado en 1987), el centro parroquial entorno a la iglesia (1964-1966) y el edificio de oficinas municipales, una pieza mas funcional y anónima, imprescindible para cerrar y delimitar el paisaje del centro cívico, terminado, como el teatro, tras la muerte de Aalto, bajo la dirección de su segunda esposa y socia Elsa Kaima Mäkiniemi.
En las monografías sobre su obra estos edificios se han explicado generalmente como objetos aislados. Pero lo que en realidad plasmó Aalto fue su concepción de ciudad ideal, con un centro cívico potentísimo, construido a base de distintas arquitecturas que se sedimentan con el tiempo y que se identifican con la corteza terrestre, que dialogan entre sí y que terminan enmarcando un paisaje proyectado, síntesis de lo mediterráneo y lo finlandés, de lo clásico y lo moderno, de lo culto y lo popular; un centro moderno con edificios aislados que se relacionan entre sí evitando mecanismos académicos de simetría y orden, definiendo el espacio vacío entre ellos como la esencia de la visión del conjunto.
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